‘Black dog’, una tierna historia de amistad en un western motero en el desierto de Gobi
La cinta de Guan Hu compite en la Sección Oficial de Seminci tras ganar en el apartado Un Certain Regard del pasado Festival de Cannes
Un paisaje árido donde el viento no sólo arrastra arena, también arbustos rodantes. No es Arizona ni nuevo México, sino el desierto de Gobi, en el noroeste de China. Por el camino se acerca, levantando una inmensa polvareda, no una diligencia de la Wells Fargo, sino un autobús de línea cuyo camino se ve interrumpido no por un grupo de forajidos, ni por una manada de búfalos o coyotes, sino una jauría de perros salvajes (algún lobo incluido) que vagan por la estepa expulsados de la ciudad y que acabarán provocando el siniestro del vehículo. Así comienza Black dog, un western motero en chino mandarín que encierra una tierna historia de amistad entre dos rechazados por la sociedad, uno de ellos humanos. El otro, canino.
La cinta, dirigida por Guan Hu, se presenta en la Sección Oficial de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) tras haberse impuesto en el apartado Un Certain Regard del último Festival de Cannes. Eddie Peng da vida en esta película a Lang, un exconvicto que regresa a su hogar (lo cual es mucho decir) tras cumplir condena por la muerte en un duelo motero —aquí saltamos al género de los clásicos sobre dos ruedas— del sobrino de un potentado local, el típico villano dueño del rancho más grande del condado en todo western, aunque en este caso el carnicero Hu no cría vacas sino serpientes. Este prohombre y sus valentones no se mostrarán tan indulgentes como el sistema judicial, decidiendo proseguir la pena por su cuenta, una incómoda situación con el protagonista tratará de lidiar mientras busca acercarse a su padre y recuperar su afecto tras todo lo acontecido.
Todo ello en medio de un polvoriento pueblo en avanzado estado de abandono (la China vaciada) y tomado por los perros callejeros mientras aspira a un nuevo futuro de prosperidad en medio del ambiente optimista general en el país ante la cercanía de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Sin embargo, ese horizonte en el que sueñan con atraer fábricas que favorezcan su renacimiento implica demoler un buen número de viviendas y edificios simbólicos, así como limpiar las calles de perros, en especial de un galgo negro del que se dice que tiene la rabia y que tiene atemorizaos con sus fauces a los vecinos.
Obligado a enrolarse en las patrullas organizadas para cazar a estos cánidos, los destinos de Lang y el perro acabarán por cruzarse, iniciándose una tierna historia de amistad en medio de este decadente escenario al que un eclipse de sol teñirá de expresionistas tonos ocres, que, unidos a los letreros en letras orientales, exóticos animales fugados del zoo recorriendo las calles desiertas y la música de guitarra a medio camino entre el rock y el country, nos lleva a rememorar la lisérgica Apocalypse Now (1979), una de las más famosas entre las muchas películas con las que Hollywood ha intentado en el pasado navegar sus traumas con la guerra de Vietnam.
Con guion de Guan Hu, Ge Rui y Wu Bing, complementado por la fotografía de Gao Weizhe, Black dog ha supuesto una historia de amistad que se ha prolongado fuera de la pantalla, pues Xin, la perra que interpreta a este galgo negro en el filme, fue adoptada por Eddie Peng al concluir el rodaje.
Por otro lado, y aunque la trama se aleja radicalmente de aquella, el ambiente polvoriento y la demolición forzada de casas en el medio rural chino en aras del progreso no deja de aludir a otra gran película china que pasó por Seminci en 2022, El regreso de las golondrinas, que se alzó entonces con la Espiga de Oro. La cinta de Guan Hu incluye un cameo del director Jia Zhangke, cuyas influencias se dejan ver en el filme, de 110 minutos de metraje, en el que interpreta al tío Yao, el promotor de la patrulla canina de la que forma parte Lang.
Guan Hu (Peking, 1968) está considerado uno de los pioneros de la sexta generación de directores chinos. Debutó en 1994 con Dirt y una década después su película Eyes of a Beauty (2002) formó parte del ciclo dedicado por Seminci al cine chino. En 2009 estrenó Cow en el Festival de Venecia dentro de la sección Orizzonti, antes de ganar los premios al mejor guion adaptado y al mejor actor en el Festival de Cine de Taipei Golden Horse.
Tres años más tarde rodó Design of Death, a la que siguieron The Chef, The Actor, The Scoundrel (2013) y Mr. Six (2015), que clausuró el Festival de Venecia y cosechó un notable éxito de taquilla en su país. En 2019 participó junto a varios cineastas chinos emergentes en la película colectiva My People, My Country, uno de los mayores éxitos del cine chino de todos los tiempos.
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