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Una mirada más allá del Marcello de la Dolce Vita

Foto del escritor: Juan Martín SalamancaJuan Martín Salamanca

El Istituto Italiano di Cultura estrena en España una muestra fotográfica con motivo del centenario de Mastroianni que ahonda en su versatilidad más allá de la figura del galán


La mirada de Mastroianni protagoniza esta exposición dedicada al centenario de su nacimiento
Mastroianni junto a Anouk Aimée en 'La Dolce Vita'. AMERICAN INTERNATIONAL PICTURES

Marcello era tutto”. Así de tajante se muestra Daniele Luxardo, miembro de una de las más destacadas dinastías de fotógrafos en Italia. Era todo, era el galán de la Dolce Vita, era el alter ego perfecto de Fellini en pantalla, pero era mucho más, un intérprete que nunca perdía la elegancia, pero que no hacía ascos a papeles más complejos o arriesgados, como el de marido impotente en Il bell’Antonio (Mauro Bolognini, 1960); el de homosexual en la Roma fascista que recibe la visita de Hitler en Una giornata particolare (Ettore Scola, 1977) —estrenada solo dos años después de que fuera asesinado en la capital del Tíber el gran Pier Paolo Pasolini—, o el de un grotesco homicida en Divorzio all’italiana (Pietro Germi, 1961), cuando la conciencia sobre la violencia machista ni de lejos se asemeja a la que tenemos hoy en día.


Sobre ello insiste Luxardo, quien comisaria la exposición La mirada de Marcello, con la que el Istituto Italiano di Cultura conmemora en su sede de Madrid el centenario del nacimiento de —como lo definió en 1962 la revista Time— “el actor italiano más amado en el mundo”. Una muestra dedicada a Marcello Mastroianni (Fontana Liri, 1924—París, 1996) que podrá verse en España hasta el próximo 8 de febrero, antes de que haga el petate para continuar su exhibición en la sucursal de esta institución en Praga.

Un ya maduro Marcello Mastroianni pasea por la playa con una vistosa bufanda roja en un retrato tomado por el fotógrafo Pino Settanni y que puede verse en 'La mirada de Marcello'
Mastroianni, retratado por Pino Settanni

Un total de 60 fotografías de gran formato procedentes tanto del archivo fotográfico Luxardo como de otras colecciones italianas y de terceros países compone la selección, perfilada entre cientos de instantáneas por su comisario, quien tuvo claro que aunque no podían faltar las icónicas imágenes de La Dolce Vita (1960) con la que Federico Fellini hizo historia del cine italiano —por supuesto está el celebérrimo baño de Mastroianni y Anita Ekberg en la Fontana di Trevi—, debía mostrar que la filmografía del actor incluía papeles “más allá del cliché” de aquel Marcello al que Ekberg gritaba come here! en esa inusualmente vacía fuente ante la que las hordas de turistas (incluido quien escribe estas líneas) rinden tributo con su moneda en cada visita como si allí estuviera Caronte al timón de su tétrica barca.


“Marcello no se limitaba a esos papeles de latin lover”, subraya Daniele Luxardo a preguntas de Cultura y tal durante la inauguración de la exposición, al tiempo que precisa que la elegancia era algo “innato” en Mastroianni, lo que determina que la exhibiera ante la cámara con independencia del papel que interpretase, también en aquellos borderline que “lo llevaban al límite”. “Él tenía esta capacidad de alejarse del personaje con una cierta ironía y manteniendo siempre su elegancia”, remarca el comisario de la muestra, para quien el actor “es todo, es el cine”, un “ejemplo a seguir” en la interpretación, ya que era capaz, defiende, de “adherirse al personal sin nunca sobreactuar”, fruto de una “relación simbiótica” con el rol que le tocara.


La icónica imagen de Mastroianni y Ekberg en la Fontana di Trevi en la película 'La Dolce Vita' es fotografiada por un visitante de la exposición
Un visitante fotografía la imagen de Mastroianni y Ekberg en la Fontana di Trevi. CULTURA Y TAL

Ese objetivo ha presidido el proceso de criba y selección de las 60 imágenes de conmemoración del centenario Mastroianni —la mayoría en blanco y negro, aunque también se cuela más de una en color— que conforman La mirada de Marcello, a fin de mostrar “su rostro en todas sus facetas”, lo que, admite, ha supuesto una labor “complicada”, teniendo en cuenta que se trata de un intérprete “con 50 años de carrera”.


Una preponderancia del blanco y negro que casa con la convicción artística del comisario, un fotógrafo que fue revelador antes de disparar con la cámara y que confiesa el alma que percibe en este formato frente al color. No son baladíes esos detalles para Luxardo, que en conversación con los medios de comunicación admite que para la fotografía artística —la distingue en este punto del fotoperiodismo, donde el tiempo juega un papel clave— lo digital no podrá nunca alcanzar a lo analógico “por muchos millones de píxeles que se añadan”, pues la falta de recursos de edición obliga en la fotografía analógica a dar al juego de luces en la composición el protagonismo que merece, recalca. Tanta es su necesidad de explorar la veracidad en el proceso que en sus manos lleva la huella indeleble de los ácidos de revelado con los que trabajó en su juventud, merced a que nunca quiso usar guantes cuando estaba en el cuarto oscuro, sintiendo así el papel fotográfico en su piel.


Nacido en un pequeño pueblo de la provincia de Frosinone próximo a Roma, Marcello Mastroianni cambió pronto los soleados paisajes del Lacio en el que un día germinó el imperio de los césares por el norte de Italia, donde su tío , el escultor Umberto Mastroianni, dirigía la fundación en la que realizaba sus piezas de bronce. Entre Turín —ciudad que más tarde acogería el Museo Nacional del Cine dentro de su simbólica Mole Antonelliana— y Roma transcurriría la infancia del joven Marcello y de su hermano Ruggiero. En ambos nacería la pasión por el séptimo arte, dedicándose uno a la actuación y otro, al montaje.


Marcello compatibilizó sus estudios en lo que hoy llamaríamos arquitectura técnica con el trabajo de extra de cine hasta que empezó a destacar, ya en la posguerra —hubo de esconderse en Venecia de los nazis mientras su tío se desempeñaba en la resistencia contra la ocupación alemana—, como actor de teatro. Pero sería en el cine donde alcanzaría, lo demuestra esta exposición, la inmortalidad. Ya desde Peccato che sia un canaglia (La ladrona, su padre. El taxista), de Alessandro Blasetti (1954), la primera de las películas que compartió con la gran diva del cine italiano Sofia Loren, con quien trabajaría en otra decena de títulos a lo largo de cuatro décadas. Mastroianni y Loren, una de las parejas más célebres del celuloide de aquel país que se repite mucho en esta muestra, albergada en el histórico palacete del siglo XVII que sirve de sede al Istituto Italiano di Cultura di Madrid, en plena calle Mayor, a muy poquita distancia de la catedral de la Almudena y el Palacio Real.

Los protagonistas y el director de 'Ieri oggi e domani' posan en un momento del rodaje de la cinta, en 1963.
Mastroianni, De Sica y Loren en 'Ieri oggi e domani'. PIERLUIGI PRATURLON/REPORTERS ASSOCIATI & ARCHIVI

Así, La mirada de Marcello recoge instantáneas de películas, pero también de rodajes de las mismas, como el caso de Ieri oggi e domani (Ayer, hoy y mañana), de Vittorio De Sica (1962), donde podemos ver al director en una foto junto a Mastroianni y Loren en medio de la filmación, así como un instante de la sonada escena del estriptis. La dupla Mastroianni-Fellini tiene también un hueco destacado en la exposición y hasta podemos ver al actor en un momento de la grabación del clásico 8 1/2, semidesnudo y con sombrero, siguiendo al cineasta con un látigo mientras éste porta otro similar a modo de indicación. También el Marcello más maduro, como el que daba vida al bailarín Fred Astaire en Ginger y Fred, de nuevo con Fellini a los mandos, donde la esposa del realizador, Giulietta Masina, le daba la réplica en pantalla interpretando a Ginger Rogers. En este punto se incluyen también sus actuaciones en Così Come Sei (Así como eres), de Alberto Lattuada (1978), y Oltre la Porta (Detrás de la Puerta), de Liliana Cavani (1982).


De Mastroianni destaca Luxardo su timidez y fe en el fotógrafo a la hora de retratarse. Como tantos intérpretes de aquella Italia, confió en el Studio Luxardo que fundó en 1928 Elio Luxardo, tío de Daniele, para hacerse las fotos del portfolio con el que acudir a los casting, al igual que hicieron la propia Sofia Loren, pero también Gina Lollobrigida o Lucia Bosè. Por aquel entonces era el padre de Daniele, Aldo, quien se encargaba de las fotografías en su sede de via del Tritone, después de que Elio se hubiera establecido en Milán. Marcello posó por primera vez para los Luxardo en 1958 y pese a su elegancia y fotogenia innatas, “buscaba siempre el apoyo y la guía del retratista para encontrara la pose o la mirada”, de ahí el título de la muestra, reconoce su comisario.


Alter ego indiscutible de Fellini, identificándolo en la pantalla también mediante sus rasgos somáticos además de por el vestuario, Marcello Mastroianni se alternó con el cine refinado de Mauro Bolognini, Antonio Pietrangeli y Michelangelo Antonioni, del que se presentan dos imágenes extraídas de la película La Notte (1961) junto con Claudia Cardinale y Jeanne Moreau, o en el cine cáustico de Germi, además de con Marco Ferreri, Ettore Scola y Dino Risi, hasta sus actuaciones más maduras e igualmente intensas con Theo Angelopoulos, Giuseppe Tornatore y  Francesca Archibugi.


Esta exposición, que puede visitarse de forma gratuita de martes a sábado de 12 a 20 horas, marca además el pistoletazo de salida para una nueva edición del Festival de Cine Italiano de Madrid, cuya 17ª edición se celebrará del 27 de noviembre al 4 de diciembre.

En el centro de la imagen, Daniele Luxardo, comisario de la exposición
Daniele Luxardo posa junto a algunas imágenes de la exposición. CULTURA Y TAL

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