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"Mantener pueblos vivos permite atajar mejor el fuego"

Foto del escritor: Juan Martín SalamancaJuan Martín Salamanca

Casi tres años después de que ardiera el 6% de la provincia de Zamora y murieran cuatro personas, el periodista Juan Navarro regresa a la Culebra para analizar en un libro los rescoldos de aquella tragedia


Fotografía del periodista Juan Navarro García.
Juan Navarro, autor de 'Los rescoldos de la Culebra'. LIBROS DEL K.O.

El de 2022 fue un verano especialmente duro en España en cuanto a incendios forestales. La campaña aquel año se saldó con alrededor de 300.000 hectáreas quemadas —la cifra puede oscilar según el organismo que lo mida—. Si hoy observamos atónitos cómo Hollywood se ve amenazado por las llamas, aquel verano también un escenario icónico del western, el cementerio de Sad Hill, de El bueno, el feo y el malo (1966), en la provincia de Burgos, estuvo a punto de verse devorado por las llamas. No tuvo suerte la comunidad de Castilla y León ese verano. A las 2.500 hectáreas quemadas en aquel fuego que obligó a desalojar a los vecinos de cinco municipios, entre ellos los monjes de Santo Domingo de Silos, se sumaron las 7.000 que se llevó el de Monsagro, en Salamanca, o las más de 4.000 del de Cebreros, en Ávila. Pero lo peor se lo llevaría la provincia de Zamora, donde dos incendios en el entorno de la Sierra de la Culebra, reserva de la biosfera, batirían récords y sumirían en la desolación más absoluta esta comarca dependiente de su entorno natural y amenazada por la despoblación.


Cerca de 60.000 hectáreas entre los dos, sucedidos con un lapso de apenas un mes. El segundo, el peor hasta la fecha en España en cuanto a superficie calcinada, dejó más de 31.000 hectáreas arrasadas y se cobró la vida de cuatro personas. Allí se encontraba cubriendo esta desgracia para el diario El País el periodista Juan Navarro García (Valladolid, 1993), quien sintió el fuego de cerca y, en un momento de apuro, hubo incluso de arrojar su libreta y sujetar una manguera para tratar de frenar el avance de las llamas. Toda aquella experiencia la ha plasmado en un libro, Los rescoldos de la Culebra. Fuego y muerte en los incendios de Zamora (Libros del K.O.), merced al cual ha vuelto a los escenarios de aquel horror para analizar cómo se encuentra a día de hoy la comarca, donde ardió el 6% de toda la provincia de Zamora. Con él hablamos en Cultura y tal y el mensaje que deja es claro: si mantenemos los pueblos vivos podremos atajar mejor estos incendios. La despoblación y el abandono del campo es también combustible para las llamas.


En el mes de junio, un rayo en medio de una tormenta seca provocó un incendio en la Sierra de la Culebra que calcinó casi 25.000 hectáreas. Pero lo peor estaba por venir. Un mes después, de nuevo en un contexto de altas temperaturas, viento y sequedad extrema, se declaró otro foco no muy lejos de allí, en el municipio de Losacio. El bombero forestal Daniel Gullón, manguerista de la base de Villardeciervos, fue la primera víctima mortal de aquellas llamas. A él se sumaría Eugenio Ratón, al que el incendio atrapó junto a su centenario padre cuando ambos trataban de huir con su coche de Sesnández de Tábara. Moriría en el hospital de Getafe (Madrid) casi un mes después, con el 85% de su cuerpo carbonizado.


Victoriano Antón, un pastor de Escober de Tábara, perdería la vida mientras trataba de refugiarse junto a su ganado, cercados por aquel infierno. A Victoriano, bien conocedor de la situación tan peligrosa en que se encontraban los montes, lo mató la asfixia. Cuando la Guardia Civil lo encontró, uno de sus perros pastores seguía allí con él, incapaz de separarse de su amo. La trágica lista la cerraría Ángel Martín, a quien el incendio atrapó mientras trataba de levantar un cortafuegos de emergencia que salvara la localidad de Tábara, cabecera de la comarca. Las imágenes de su huida desesperada recorrerían España y el extranjero, aportando aún más dolor a la familia. Al igual que Ratón, Martín moriría en el hospital semanas después, éste en Valladolid, el 25 de octubre.


"LA CIFRA PUDO SER PEOR"


Cuatro historias que Navarro rescata del anonimato y el olvido en este libro, donde, en una primera parte, relata el minuto a minuto de aquel drama, un incendio voraz que pudo cobrarse la vida de más personas, a tenor de lo relatado por el periodista, que reconoce que hay “un punto macabro” en estos cálculos. “Te pones a pensar en la de gente que pudo caer, entre el retén de bomberos, la gente que huía, los periodistas que estábamos por ahí danzando y a veces hasta molestando, la Guardia Civil… la cifra pudo ser peor, que ya es decir”, reconoce.


Huidas angustiosas como las del guardia civil Víctor Ratón —sin ninguna conexión con el fallecido Eugenio— y el joven ganadero Joseba Alday, o el fotorreportero Emilio Fraile, autor de la imagen de portada del libro y quien con su cámara, al igual que otros compañeros, dejó testimonio gráfico de una tragedia que, como advierte el autor del libro, toda la comarca arrastrará aún durante décadas.


“Al volver allí tuve la sensación de que esto no se va a solucionar con un par de inviernos buenos de lluvia y sin fuego. Esto va para largo (…). Es una desgracia a 40 o 50 años vista de la que creo no somos conscientes, tampoco allí”, reflexiona durante la entrevista, en la que subraya cómo lo que era un bosque “enorme y abundante” es hoy “una superficie lunar”. “Es asombroso ver eso sin vida, sin alma, sin color. Es triste”.


Cubierta de 'Los rescoldos de la Culebra' con la imagen capturada por Emilio Fraile.
Portada del libro con la imagen de Emilio Fraile. LIBROS DEL K.O.

Una tragedia que tiene también su impacto en la economía del lugar, muy dependiente de la explotación de los recursos forestales y del turismo de naturaleza del entorno, algo que afecta a un territorio especialmente castigado ya por la despoblación, a la postre contribuyente del grado de destrucción que generó el incendio de Losacio.


La ausencia de rebaños que limpien de maleza el monte o la falta de cuidado de los bosques ante la falta de explotación económica de los mismos contribuyeron a hacer de la Sierra de la Culebra, advierte Navarro recogiendo el testimonio de expertos y vecinos de la zona, un “escenario incendiario, explosivo” en un contexto de fuegos cada vez más voraces por culpa del cambio climático, como el caso de Los Ángeles, en Estados Unidos, ha enseñado a (casi) el mundo entero. Así, el crecimiento descontrolado de jaras y matorral, que proliferan en épocas de lluvia para secarse después sin que nadie los desbroce, hace que “cualquier llama en una esquina llegue al otro ángulo enseguida y sin impedimentos”. “Aquel fuego se apagó porque llegó un momento que arrasó todo y llegó a una parte que ya había ardido en junio y no podía avanzar, y a otras con menos bosque y más cultivo, donde avanza más despacio”, explica.


Resulta especialmente sobrecogedor escuchar las advertencias sobre el estado del monte que Victoriano Antón realizaba, pocos meses antes de perecer en el incendio, ante las preguntas de un youtuber que realizaba un reportaje sobre el terreno para su canal dedicado al campo El jilguero de don Tineo. “Es tremendo y cruel cómo se anticipó”, constata Navarro.


“No puedes evitar los rayos o tormenta seca, más con el escenario de cambio climático, pero sí podemos intentar mantener vivos los pueblos para poder atajar los fuegos de una manera más manejable”, sentencia el periodista, quien espera que su libro sirva de invitación a la reflexión acerca de cómo se ha llegado a esta situación y hacia dónde vamos “con ese modelo de desequilibrio territorial” que propicia este panorama.


Tras el impactante relato de aquellos días, Los rescoldos de la Culebra se centra en el día después de la catástrofe, analizando no sólo la situación en que ha quedado la comarca, sino qué cambios se han aplicado en los operativos contra incendios, aquejados de manera crónica de falta de medios y de contratos precarios para sus profesionales, así como de la gestión de la Junta de Castilla y León o del abandono que sufren los pueblos de la España interior, especialmente la provincia de Zamora. Así, Juan Navarro reconoce como uno de los rescoldos no tan visibles el anhelo de una mayor presión sobre las Administraciones, la rendición de cuentas por lo ocurrido, el establecimiento de “planes ambiciosos” para recuperar la zona —y no disparatados anuncios de conciertos benéficos que nunca se celebraron—, o el diseño de un modelo para prevenir escenas parecidas “en escenarios similares de Castilla y León o de la España interior que están a falta de una mala chispa de arder y que ocurra lo mismo”.


LA PRECARIEDAD DE LOS OPERATIVOS


En este sentido, el corresponsal de El País reconoce que le resulta “un poco frustrante” el hacer una radiografía de lo ocurrido en 2022 y “ver que no hay apenas cambios”. Así, recuerda que ya el año anterior otro incendio destruyó más de 22.000 hectáreas en Navalacruz (Ávila) y desde el Gobierno autonómico se anunciaron medidas e inversiones para “aprender” de lo ocurrido. “Evidentemente algo falla sistemáticamente”, clama Navarro, que aunque reconoce un aumento del presupuesto para combatir los incendios en una comunidad tan extensa como despoblada, subraya que “el escenario sigue siendo el mismo”, con una gestión subcontratada a empresas privadas que “ajustan al céntimo” los costes para ganar el concurso público y condenan a los profesionales a una precariedad laboral, de medios y de formación.


Bomberos forestales contratados en muchos casos por fases y cuyas plantillas dejan “bajo mínimos” en invierno, cuando se realizan los trabajos de prevención y limpieza de montes tan necesarios para minimizar el riesgo llegado el verano. “Muchos se quedan porque son unos enamorados de su tierra y su trabajo, pero llega un momento en que se hartan de cobrar tan poco y de estar tan maltratados”, señala Juan Navarro, quien subraya el precio de tener operativos en los que cada año cambia de media “un tercio de la brigada”, con lo que supone perder la experiencia de los veteranos que se marchan”.


Un panorama negro como los rescoldos que dejó el fuego en la Culebra y frente al que este libro de Juan Navarro García pretende rebelarse, tras “años de humo que nadie quiso avistar y ascuas que nunca se apagarán”.


Puedes escuchar la entrevista a Juan Navarros nuestro pódcast.

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