"No quiero huir de situaciones horribles en la literatura, pero que lleguen de la mejor manera posible"
La escritora Violeta Serrano debuta en la novela con Hijas de nadie, un relato de amor y venganza entre Barcelona y Buenos Aires. Ahora lanza Savia, "un todo desde la Maragatería" para reconectar desde la raíz
Se inició como escritora a través de la poesía con Camino de ida (Modesto Rimba, 2016), donde continuó cuatro años más tarde con Antes del fuego (Índigo Editoras, 2020). Ese mismo año —que tan malos recuerdos nos trae por culpa de la pandemia— publicó su primer ensayo, Poder Migrante (Ariel, 2020). Por entonces ya había cruzado el charco, estableciendo con Argentina una conexión que se mantiene muy viva a día de hoy (probablemente se encuentra en aquel país mientras se redactan estas líneas). De vuelta en la Maragatería, la comarca en la que se crió y desde donde hoy desarrolla su proyecto vital, repitió con otro ensayo, Flores en la basura (Ariel, 2022), en el cual analizaba el desencanto millennial ante un mundo que le niega la esperanza. Pero antes de todo eso, Violeta Serrano (León, 1988) ya se había adentrado en la novela, con una historia que no ha visto la luz hasta casi una década después de comenzar a escribirla. La razón: la literatura, como la vida, es algo que debe hacerse sin prisas, un lema con el que no podemos estar más de acuerdo en Cultura y tal —donde se lo aplicamos a la cultura—. Sin prisas, por tanto, hemos tomado un café con la autora para hablar de su nuevo libro y de muchas otras cosas.
Hijas de nadie (Mrs. Danvers, 2024) es una historia de amor y venganza a caballo entre Barcelona y Buenos Aires, dos ciudades que conoce bien, aunque en su filosofía vital la ciudad, la gran ciudad, sea más un espacio de visita que de aposento permanente en este contexto de precariedad laboral, alquileres imposibles y desarrollo insostenible. A Barcelona llegará Lucía, la protagonista, huyendo de un terrible pasado a orillas del Río de la Plata. Allí conocerá a Candela, una bailaora granadina que sobrevive en la ciudad condal mostrando su duende y su arte en los tablaos. Entre ambas brotará un apasionado romance que la obsesión por la venganza pondrá en jaque. Las complejas personalidades de Luis y Beto, un policía con mejores intenciones que actos y un enigmático activista revolucionario, completan esta tragedia entre griega y shakespeariana pintada sobre un lienzo muy contemporáneo, con alusiones a la dictadura argentina, abusos sexuales, grupos anarquistas pululando por ahí, terrorismo, excesos policiales, lesbofobia o violencia de género, todo ello condensado en 250 páginas donde “nadie es absolutamente bueno ni absolutamente malo”.
“Es muy intensa la novela, tiene cosas muy fuertes, pero siempre trata de tener en el fondo una belleza que la atraviesa a través del lenguaje. Mi origen en la creación es la poesía, así que tiene mucho de eso”, reconoce Serrano durante la entrevista, en la que explica que la comenzó a escribir hace casi diez años, antes incluso de aventurarse en el ensayo en el que se ha prodigado últimamente, pero optó por guardarla y dejar que el texto reposara, antes de volver a enfrentarse a él con otros ojos, reescribir, rediseñar a sus personajes y culminar un “artefacto literario” con el que se sintiera lo suficientemente satisfecha como para mandarlo a imprenta.
“Me quería sentir muy segura para sacarla”, confiesa con una voz en la que predomina un ligero deje leonés que se ve atravesado a cada rato por la musicalidad del acento porteño que se le metió bajo la piel durante su etapa en la capital argentina. “En ese sentido reivindico a (Juan) Rulfo, creo que hay una inflación de títulos, así que prefiero no sacar la novela si no siento que está bien”, una planteamiento que ella misma siente que en estos tiempos de prisa puede llegar a resultar “algo revolucionario”, un concepto al que se aferra en muchos órdenes de la vida.
En este sentido, defiende el tiempo que requiere un libro, tanto para escribirlo como para leerlo, frente a la inmediatez de contenidos como las series, de consumo rápido y que le dan “todo hecho” al espectador. “La literatura es lo contrario, consiste en dar las pistas exactas para que cada uno lo reconstruya en su cabeza”, subraya al tiempo que advierte del riesgo de “perder la capacidad de imaginar” si no se da a la imaginación el espacio que necesita para prosperar.
En Hijas de nadie, el amor salvador de Lucía y Candela en medio de dos vidas prácticamente a la deriva, sobre todo la de Lucía, se verá en cuestión por las consecuencias de un sospechoso accidente —que probablemente no lo sea— en el Paseo de Colón barcelonés. Desde una opresiva sala de interrogatorios de la comisaría de Les Corts, la protagonista trata de reconstruir punto por punto lo ocurrido, desde una infancia en Buenos Aires en la que su familia no resultó indemne a la dictadura militar, a un ambiente doméstico opresivo en la casa de sus abuelos a la que deberá mudarse junto a su madre, pasando por la nueva vida que trata de desarrollar en Barcelona cuando Beto y su grupo anarquista se cuele por medio. Y entre tanto, los anhelos de venganza y la pasión, dos fuerzas en conflicto en medio de este drama que bebe de la tragedia clásica, con el destino como eterna amenaza.
Una trama que fía su éxito a la profundidad de sus personajes, con una Lucía que se aleja de la figura de la heroína —a fuerza de reescrituras, reconoce la novelista—; una Candela que representa la pureza de un amor que “es uno de los grandes temas de la vida”, y dos personajes masculinos que “tienen varios quiebres”.
“Los personajes, como las personas, no tienen un solo rasgo, tienen muchas capas, nadie es absolutamente bueno ni absolutamente malo”, sostiene Serrano, que remarca que no quería “una trama plana”, lo cual exigía evitar “personajes planos”. Ahí fue donde jugó un papel fundamental la revisión de los textos. “Lucía cambió mucho, al principio era una súper heroína, cuando lo vi dije esto no puede ser, Violeta, es un error de principiante”, recuerda con una sonrisa.
“LOS MONSTRUOS EXISTEN”
Precisamente sobre la complejidad y la oscuridad de los individuos de las novelas, advierte de que la literatura “tiene que reflejarlo porque eso es la vida” y se horroriza con quienes se oponen a que se lea a autores como Nabokov por lo censurable de sus personajes —como el protagonista de Lolita—. “No tienes por qué estar de acuerdo con el personaje, pero los monstruos existen”, asevera, tras lo que abunda, en su caso concreto, en que no quería “huir del monstruo” a la hora de escribir el relato, ni tampoco “de situaciones horribles que tienen que estar en la literatura”, aunque siempre intentando “que llegue de la mejor manera posible”, pues una novela “al final es un artefacto artístico”.
Para llevar al lector con mayor facilidad a la cabeza de Lucía, a “sus dilemas, al amor, a las heridas…”, Violeta Serrano ha optado por la narración en primera persona, pues “cuando emociona se queda en un lugar más profundo de la memoria”. “La vida no sucede en la nada, siempre hay un contexto que determina ciertas cosas. No es lo mismo ser una hija de nadie como Candela que no serlo, como Lucía, pero tampoco hay que estereotipar. Lucía no por ser de una determinada familia se libra de algunas cosas”, precisa Serrano, que fruto de su propia experiencia a ambos lados del Atlántico —a lo que se suma un tiempo viviendo en Barcelona y otro en Francia— da una gran importancia en el libro a la cuestión del desarraigo, algo que viene haciendo en su literatura desde el principio, tanto en Poder migrante como en sus poemarios.
Tras Hijas de nadie, y con una idea para un nuevo ensayo en la cabeza, Violeta Serrano reconoce que ya se encuentra inmersa en otra novela, “una suerte de distopía” que escribió “antes de la pandemia”. “Será lo siguiente a lo que le dé una vuelta. No puedo parar”, admite entre risas.
La conversación se celebra en una cafetería, precisamente con sello argentino, de Madrid, desde donde tomará un vuelo para Buenos Aires ese mismo día. Son comunes sus visitas a la capital, tren de Alta Velocidad mediante, aunque en su modelo vital son eso, visitas. Firme defensora del cambio de paradigma que promovió en el pasado un éxodo rural hacia las ciudades, advierte de que hoy ese modelo ya no es sostenible y la calidad de vida en estas enormes urbes, fruto de la presión demográfica que sufren, ha experimentado un retroceso respecto a la vida rural que ella practica.
“La generación de mis padres se iba a las ciudades para vivir mejor, pero hoy vivir en las ciudades no es vivir mejor, sino peor”, advierte, recordando que “la vivienda está imposible” y la gente joven sufre “mucha frustración”. Ante ese panorama, Violeta Serrano decidió edificar su hogar en la vieja huerta de sus abuelos en Val de San Lorenzo, localidad maragata de menos de 500 habitantes a ocho kilómetros de Astorga, la capital de esta comarca leonesa, desde donde puede “trabajar a distancia” o valerse de los avances del transporte para desplazarse cuando el trabajo lo requiere. “Otra vida es posible, tenemos que cambiar ese paradigma. Mucha gente no lo hace porque le da miedo la soledad, somos todavía pocos los que estamos tomando esta decisión, pero si la gente empezara a darle la vuelta a esto, sí sería una revolución para bien”, sostiene.
Para conseguirlo, reclama un mayor apoyo de las instituciones —recuerda que no todos los enclaves rurales están bien comunicados con las ciudades— y cree que también organizaciones como los sindicatos deben dar la batalla en este asunto. “No se trata sólo de pedir una reducción de la jornada laboral, existen nuevos modelos de trabajo más allá de la fábrica”, reclama, al tiempo que reconoce que su decisión de instalarse en el pueblo de su infancia “fue difícil”, pero, parafraseando a la argentina Mafalda de Quino, sostiene: “La vida es linda, nadie dice que sea fácil”.
SAVIA, UN TODO DESDE LA MARAGATERÍA PARA RECONECTAR CON LA RAÍZ
En cualquier caso, considera que “estar en contacto con medios menos hostiles” es beneficioso a la larga frente a un modelo “que ya no existe y está obsoleto”. Para contribuir a esta reconexión con la raíz y esa reivindicación del espacio rural como medio de regeneración, la escritora y docente va a lanzar este 2025 Savia, un nuevo proyecto que incluye escuela, club y un ágora de pensamiento crítico. Un espacio que invita a la reflexión, a fijar la mirada en lo importante, a fomentar la creatividad de cada persona y a dar a la meditación y a las pausas poéticas el espacio que necesitan. “Un todo desde la Maragatería”, así lo defiende, que se dirige a todo el mundo hispano gracias a las oportunidades que brinda el mundo digital y en el que invitará a participar a personas que tengan una conversación interesante que aportar, dentro de lo cual cobra especial importancia su padre, quien protagonizará el pódcast Desde la raíz.
Una mirada, hacia el mundo hispano y Latinoamérica, siempre presente en Serrano, quien invita a Europa a ser “menos soberbia” hacia lo que ocurre en aquel continente, al que define como “joven y creativo” y del que se puede “aprender”. “Deberíamos mirar con otros ojos, no sé si seremos capaces de hacerlo a tiempo”, apunta, a la vez que sentencia que aunque Europa “tiene mucho que aportar”, hoy en día “se ha convertido en un museo”.
No obstante, reconoce que tanto Europa como Latinoamérica y, en realidad, el mundo entero, afrontan hoy desafíos similares ante un hartazgo creciente en la población, la cual se despierta cada día “sin ningún tipo de ilusión ni de esperanza”, lo que a la postre explica fenómenos de extrema derecha como el de Donald Trump en Estados Unidos, Giorgia Meloni en Italia o Javier Milei en Argentina.
“Cuando uno no está en una burbuja se entiende bastante”, apunta Violeta Serrano, quien no guarda un recuerdo especialmente bueno de su paso por la política activa —en 2023 lideró la candidatura de Sumar al Congreso de los Diputados por la provincia de León—. “La mayoría de la gente no vota analizando fríamente qué es lo mejor, sino lo que siente que le da esperanza o proyección. Milei conectó con algo que en el fondo estaban sintiendo. Es muy peligroso, pero es el único que no mintió, está haciendo lo que dijo que iba a hacer: un ajuste brutal con consecuencias horribles”, reconoce la escritora, quien precisa que la población en el país sudamericano “antes tampoco estaba bien”.
“Milei no nace de una seta, quizá lo que construíamos del otro lado no era suficiente, nos habíamos desconectado de lo que la gente quería, sugiere, poniendo también como ejemplo el caso de la candidata demócrata a la Presidencia de Estados Unidos, Kamala Harris, derrotada en las urnas por Donald Trump. De la todavía vicepresidenta, cree que basó su campaña en hablar a un público "que no existe”.
“LA REVOLUCIÓN SE VOLVIÓ DE DERECHAS”
“Los discursos del progresismo para mi gusto han girando en falso, pero no se atreven a cambiarlos porque no tienen una respuesta revolucionaria para este mundo, por eso la revolución se volvió de derechas. Peligroso, sí; raro, no me lo parece”, concluye.
Toda la conversación está disponible en nuestro pódcast.
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