top of page

"Un autor que no estrena no progresa, el escenario es una escuela"

  • Foto del escritor: culturaytal
    culturaytal
  • 26 mar
  • 12 Min. de lectura

Actualizado: 10 abr

Nos valemos del Día Mundial del Teatro como excusa para consumir cafés con amigos del gremio. Nos tomamos uno con Alberto Conejero y otro con Ana Belén Santiago, directora de Teatro del Barrio


'Leonora' es un monólogo poético o un poema dramático en el que Alberto Conejero explora la fuerza de la vocación y la capacidad de supervivencia de la pintora Leonora Carrington
Alberto Conejero hojea un ejemplar de su libro Leonora. CULTURA Y TAL

Es lunes y llueve. Llegamos en metro al lugar de la entrevista, una cafetería agradable de aire un tanto hipster y cargada de cultura, con cuadros y fotografías en su sótano, donde el ladrillo desnudo de la construcción original ofrece ese aspecto en crudo tan de moda. En esa planta subterránea suele haber más tranquilidad para las entrevistas, que siempre fluyen mejor con café de por medio (al menos por lo que respecta al entrevistador, adicto confeso a la cafeína). Como la lluvia suele ser amante del caos, tratamos de acudir con tiempo, pero el invitado se nos adelanta. Cuando llegamos, ya tiene su café con leche en la mano. Nos lleva ventaja. Hace tiempo que nos apetece hablar con él, prácticamente desde que el nacimiento (de Cultura y tal, no del invitado). La conmemoración, este 27 de marzo, del Día Mundial del Teatro nos da la oportunidad perfecta.


Alberto Conejero es uno de los dramaturgos españoles más reconocidos actualmente. Con La Geometría del trigo ganó el Premio Nacional de Literatura Dramática en 2019. Su último estreno, En mitad de tanto fuego, se ha paseado en su montaje original por América Latina —superando el centenar de funciones entre ambos continentes— y ahora prepara nuevas producciones locales en Perú y Argentina con el listón tan alto que dejó el Patroclo original encarnado por Rubén de Eguía. Su anterior texto, El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, sigue recorriendo escenarios en las dos orillas del Atlántico —hasta superar las 150 funciones— y recordando la figura del profesor Antoni Benaiges, que también contribuyó a divulgar la película El maestro que prometió el mar, con Enric Auquer como protagonista. Asimismo, se preparan nuevos montajes de La piedra oscura en Argentina, Todas las noches de un día en México o ¿Cómo puedo no ser Montgomery Clift? en Colombia.


Licenciado en Dirección de Escena y Dramaturgia por la RESAD y doctor por la Complutense, se ha edificado un nombre importante también como programador y director artístico de festivales, siendo durante cuatro ediciones (entre ellas los complicados años de la pandemia) del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid, cuya salida resultó algo áspera y sorprendente, y habiendo promovido el nacimiento de uno nuevo en su pueblo jienense, el COSA, para ayudar a sacar de las grandes capitales el teatro de primer nivel. No obstante, nos confesará durante la entrevista, en el corto plazo prefiere aparcar ese perfil para centrarse en el de escritor, a lo que ayudará el formato bianual escogido para este festival de teatro de Cuerpo, Objeto y Sitio específico de Andalucía, que en 2025 no tendrá, por tanto, edición.


“He prometido en casa, y eso significa prometérmelo a mí mismo también, poner al Alberto creador por encima del gestor. Voy cumpliendo años, estoy en un buen momento de escritura que tengo que aprovechar. Quiero dar un paso atrás como gestor para poder dedicarme a leer, a ver teatro, a escribir….”


ESTRENARÁ LEONORA EN OCTUBRE


Escribir. Eso ha hecho precisamente en Leonora, un poema dramático, o un monólogo poético, publicado en 2024 por Pepitas Editorial que dará el salto a los escenarios el próximo mes de octubre, según nos adelanta en la entrevista. Este texto inspirado libremente en la vida y obra de la pintora Leonora Carrington (Inglaterra, 1917-México, 2011) nació de su fascinación por la artista durante un viaje a la capital mexicana. A partir de ahí, tomó como base Memorias de abajo (Alpha Decay), el dietario que la propia Carrington escribió de su internamiento en un sanatorio psiquiátrico en el norte de España durante la posguerra, concretamente en Cantabria, y de la violencia y crueldad que soportó.


El resultado, un texto cargado de poesía que ahonda en el poder de supervivencia de la pintora surrealista y de la fuerza de su vocación en un mundo marcado por el machismo en el arte y la violencia física y psíquica ejercida contra la mujer, tanto desde el ámbito familiar como institucional, en un contexto de ascenso de los totalitarismos que la llevó a huir, primero de Francia y luego de España, para acabar definitivamente en México, el país que la acogió y la reconoció como lo que era, una de las grandes figuras del movimiento surrealista.


“Leonora te hace abandonar la razón, la conciencia, y te lleva a lugares más mistéricos”, explica. “Tenía cierto cansancio de otro tipo de estructuras teatrales y pensaba que la propia materia creativa de Leonora me iba a ayudar a crear una pieza de un teatro que desborda la concepción aristotélica, mezcla de prosa y verso, con imágenes deudoras de su universo surrealizante”.


Ahora será la actriz Natalia Huarte (Querer, Movistar Plus+, 2024), acompañada por la violinista Luz Prado, quien dé vida a los versos y prosas que Conejero ha plasmado en Leonora. Retoman así la lectura dramatizada que llevaron a cabo el pasado diciembre en el Círculo de Bellas Artes con motivo del centenario del Manifiesto surrealista de André Breton y coincidiendo con la inauguración en este espacio cultural de la exposición dedicada a Max Ernst, el gran compañero de Leonora Carrington (la cual puede verse hasta el 4 de mayo), y de la presencia de unos telones realizados por Salvador Dalí. “Quedó algo muy poderoso”, subraya Conejero, quien se muestra feliz de poder estrenar esta obra en Madrid, su ciudad, después de que sus dos últimos textos llevados a escena fueran producciones catalanas (con el TNC y con el Grec).


LAURENCIA, UN PRÓXIMO SPIN-OFF DE FUENTEOVEJUNA


Este proyecto se suma a otra obra ya escrito y del que también nos habla en la entrevista, el de Laurencia, una suerte, así lo traduce, de spin-off de Fuenteovejuna —clásico del Siglo de Oro del que realizó su propia reescritura en 2017 para la Compañía Nacional de Teatro Clásico—. “Se trata de una Laurencia ya anciana que hace un ajuste de cuentas con los fantasmas de Fuenteovejuna”, señala, al tiempo que remarca que estamos ante un “texto propio” de Conejero en el que aclara que Lope de Vega "no es un pretexto". Se trata, señala, de un texto de autoría propia y "no un diálogo o una reescritura".


Este autor defiende su relación con el teatro clásico —ha versionado Medea para el Teatre Lliure, Electra para el Ballet Nacional de España y el Teatro de la Zarzuela o Troyanas para el Festival de Mérida— y la libertad para el “recosido” y la “reescritura”. “Si tú le dices a Eurípides que no podía escribir una Electra porque ya lo había hecho Sófocles se reiría. Como defendía Bertolt Brecht, debemos sentir intimidad con los clásicos, no intimidación”.


“UN AUTOR QUE NO ESTRENA NO PROGRESA”


En este sentido, rechaza las “viejas rencillas” que, a su juicio, aún hoy perviven en el teatro español, del cual considera que se mueve “demasiado en vaivenes” entre la defensa del repertorio y las nuevas formas de creación. “Un teatro público ha de dar la oportunidad a los autores de ser decantados por el tamiz del tiempo. Habrá obras que serán decepcionantes, pero es que un autor que no estrena es un autor que no progresa. Los autores que estrenan se vuelven mejores, el escenario es una escuela”, asevera, a pesar de lo cual defiende que estamos ante “un buen momento” para el teatro en España, con un gran respaldo por parte del público.


Sobre ello incide en que ese repertorio que aboga por “cuidar” y que considera que “es maravilloso que esté” se ha formado “con el tamiz del tiempo”. Para fomentar ese “equilibrio”, se muestra partidario de “direcciones visibles” en los teatros, festivales y centros de programación públicos, a las que se pueda y se deba “pedir cuentas” de lo que se programan, pero “que tengan autonomía” respecto del poder político. “Existe cierta tentación de establecer direcciones subordinadas o directamente invisibles”, opina.


“Bienvenido todo el teatro, pero intentemos encontrar un equilibrio entre teatro de repertorio, nueva creación, danza, objetual, teatro de texto… yo intenté en mi etapa en el Festival de Otoño que éste fuera hospitalario con teatralidades muy diversas”. sostiene.


ORGULLOSO DE SU ETAPA EN EL FESTIVAL DE OTOÑO


Precisamente sobre el ruido que hizo su salida en este festival (al que llegó en 2020 de la mano de la consejera Marta Rivera de la Cruz y del que salió en 2024, ya con Mariano de Paco Serrano llevando la cartera de Cultura), evita entrar en polémicas y defiende su gestión, de la que se muestra “muy orgulloso”. No obstante, sí reflexiona, al hilo de esto, sobre la figura de la dirección artística de los festivales. “Creo que la gestión cultural no tiene que ser una trituradora, tiene que haber una continuidad amable con la entidad del propio festival. (…) No se programa de un año para otro, hay que hacer un trabajo de medio plazo, internacional, cuadrar giras que se hacen con dos años de antelación”, y en cualquier caso expresa un deseo, que los relevos en la dirección artística, que es una “decisión legítima" y que no discute, pudieran producirse con "amabilidad" e incluso "bondad" por el cuidado de las personas y los intereses "del propio festival”.


Pese a todo, se queda con el “afecto” y “cariño” que sintió de compañías, espectadores y medios de comunicación y asegura que no tiene “ninguna cuenta pendiente” ni profesa “ninguna hostilidad” por ello. “No me gusta merodear los lugares a los que uno ya no pertenece, ahora estoy en otro lugar”.


LA AUSENCIA DE JUAN MARGALLO


Sin dejar el aspecto reivindicativo sobre el teatro, denuncia cierto “edadismo” a la hora de programar dramaturgos “que ahora tienen 60 ó 70 años” y que “han sostenido” el teatro español durante décadas. Se trata de una afirmación que realiza teniendo muy en mente la figura de Juan Margallo, actor y director fallecido este mismo mes de marzo y para el que Conejero se deshace en halagos. “Ha sido un puntal del teatro independiente,  una persona comprometida con su oficio y sus ideales” que hubo de afrontar un momento “complicado” de transición del teatro tardofranquista al de la democracia, representante “de un teatro comunitario y de la creación colectiva”, y con una “vocación infatigable”.


Su ausencia resulta muy visible en este Día Mundial del Teatro, junto con la de otras grandes figuras como la actriz Marisa Paredes, de quien también se acuerda durante la entrevista. Para él, es “muy importante” que nuestros mayores, que lo son “no sólo por edad sino porque son gigantes” reciban el reconocimiento y el agradecimiento del mundo escénico. “Debíamos prodigar los afectos antes del obituario. Darles las gracias a los que han empujado a lo largo de las décadas ese carromato de Tespis —pionero del teatro griego al que se representa sobre un carro para enfatizar su profesión ambulante—”.


Una comunidad, la de las artes escénicas, a la que Alberto Conejero se sumó gracias a Federico García Lorca, cuya obra Bodas de sangre leyó en su adolescencia y le enseñó que la poesía, de la que él venía, “podía estar acompañada de historia, de personajes”, despertando así su vocación.


García Lorca, poeta y dramaturgo asesinado en Granada el 18 de agosto de 1936, el mismo día que en Galicia moría también víctima del pelotón de fusilamiento Juana Capdevielle, la primera mujer en dirigir la Biblioteca del Ateneo de Madrid, a quien el actor y dramaturgo Secun de la Rosa ha rescatado del olvido con Los libros ardieron, un monólogo protagonizado por Natalie Pinot que se estrenó en su día en el madrileño Teatro del Barrio, a cuyo escenario ha vuelto la obra estos días.


TEATRO DEL BARRIO, DONDE CAYÓ UN PREMIO NACIONAL


En este teatro, un vecino más (y muy activo) del barrio de Lavapiés, vamos a tomarnos otro café, en esta ocasión una tarde de miércoles en la que no llueve y en compañía de su directora artística, Ana Belén Santiago, para celebrar con ella el Día Mundial del Teatro y el último Premio Nacional de Teatro, que le fue concedido el pasado año, o como dicen ellas, que cayó aquí, como si del Gordo de la Lotería se tratase.


Celebramos con ellas este día y este premio, porque si algo les gusta en Teatro del Barrio es celebrar. “Celebrar es un verbo muy nuestro, celebrar cuestiones que nos atraviesan como ser muchas, ser diversas, estar enraizadas en este barrio de Madrid que es probeta del mundo contemporáneo”, sostiene Santiago, licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual y reconvertida en productora y gestora teatral. Tras pasar por el Nuevo Teatro Fronterizo de José Sanchis Sinisterra, se desempeñó como productora del Premio Princesa de Asturias de las Letras Juan Mayorga para su obra La lengua en pedazos. Asimismo, coordinó el Festival Clásicos en Alcalá a las órdenes de Carlos Aladro, Dario Facal y Ernesto Arias, el circuito Danza a escena del INAEM y la  Red Eurolatinoamericana de Festivales siendo también responsable del Foro de Negocios de dFERIA.


“NO VAMOS A DEJAR QUE NOS EXPROPIEN LA RISA”


La directora de Teatro del Barrio subraya la “increíble experiencia” que ofrece la gestión de este foro tan peculiar, imbricado en el tejido asociativo de Lavapiés y en su vida cotidiana, de tal forma que su labor diaria trasciende lo puramente relacionado con la teatral y se convierte en refugio para personas ajenas al teatro, un lugar “permeable” y “que no da miedo atravesar”. “Nos juntamos y compartimos experiencias para sentirnos menos solas y disfrutar”, enfatiza Ana Belén Santiago, que admite que en ese planteamiento resulta fundamental la risa, la alegría o el baile, algo que defienden como “un derecho vital” y más en estos tiempos. “No vamos a dejar que nos expropien la risa”.


Un lugar en el que hacer Chistes contra Franco —hasta el 20 de abril de la mano de Revista Mongolia y de los artistas Darío Adanti y Eugenio Merino— o en el que reír contra los eufemismos, sin complejos ni paternalismos, en aras de la verdadera inclusión e igualdad, como harán en junio Coria Castillo y Anna Marchessi con Gordas, lisiadas y mamarrachas, pero también un lugar en el que dar voz a la indignación del barrio o reunir a los vecinos para escuchar en su universidad popular las voces de aquellos que atesoran el valor de la experiencia.

Imagen de archivo de la directora artística de Teatro del Barrio, Ana Belén Santiago
Ana Belén Santiago. TEATRO DEL BARRIO

Una alma mater que no es tal, sino un punto de encuentro y de intercambio y en el que el apellido Del Barrio pesa sobre el nombre de pila Universidad, como remarca Santiago durante nuestra charla, al calor de ese café en una silenciosa cafetería del teatro a media tarde de un día de diario en el que el único trajín que se siente es el de las compañías que ensayan y el de sus integrantes que entran y salen del escenario.


“Queremos hablar de las tensiones del presente y del pasado, pero queremos imaginar futuros. Desde las artes, dando un micro y una plataforma al activismo. Escuchando a quienes tienen que aportar”, sostiene la responsable del teatro, que admite que la pandemia “cortocircuitó”, como tantas otras cosas, la actividad de esta iniciativa, que ha regresado “a trompicones” cuando se cumplen cinco años del inicio del confinamiento.


Así, el pasado otoño la Universidad del Barrio no tuvo actividad y ahora se ha retomado en alianza con la Asociación por la Tributación de las Transacciones Financieras y la Acción Ciudadana (ATTAC), que coincidiendo con su 25º aniversario ha diseñado un programa de charlas un lunes de cada mes. A esto se sumará, en el último cuatrimestre, un ciclo dedicado a hablar de la dictadura cando se cumple medio siglo de la muerte de Francisco Franco.


Con sus 130 butacas y sus 13 personas en plantilla, Teatro del Barrio nació en diciembre de 2013 de la mano del conocido actor Alberto San Juan, más de una década en la que se ha consolidado como un espacio abierto y declaradamente político que pretende reflejar sobre las tablas “la misma diversidad que se ve paseando por la calle Zurita”, en la que se encuentra. Una calle, como todo Lavapiés, expuesto a la gentrificación y a la especulación inmobiliaria que expulsa a cada vez más vecinos y negocios tradicionales. En este contexto, el teatro, subraya su directora artística, se suma a “la resistencia” y participa activamente en las distintas movilizaciones, apoyando también como centro escénico cuando es posible.


COOPERACIÓN CON OTRAS SALAS


Y todo, teniendo muy presente a unas vecinas muy particulares, las otras salas alternativas o de pequeño formato, con las que intercambian obras en cartel y comparten iniciativas. “Defendemos las relaciones entre todos los agentes culturales como de cooperación y no de competencia”, remarca Ana Belén Santiago, quien presume de que algo programado en la Sala Mirador o en El umbral de primavera (más centradas en la creación del Cono Sur) pueda venir a Teatro del Barrio “y funcione y convoque a los especatadores”. “Y vamos sumando”, apostilla.


Toda esta actividad ha hecho merecedor a Teatro del Barrio del Premio Nacional de Teatro 2024, una noticia tan inesperada, confiesa su responsable, que dudó que fuera cierta cuando la recibió de manos del ministro de Cultura. “Agradezco que la llamada de (Ernest) Urtasun fuera por WhatsApp, lo primero que hice fue comprobar la foto del perfil para asegurarme de que no era una broma”, reconoce entre risas, al tiempo que se enorgullece de ese reconocimiento para algo que ellas mismas creían “kamikaze” como era “jugar a la vez a ser pequeñitas y enormes” y que les ha dado una fuerte autoestima a la hora de llamar a nuevas puertas para seguir haciendo crecer su proyecto.


El café se acaba y aunque la charla es tan agradable que podría continuar otro buen rato, dirigir un teatro requiere de muchos desvelos, muchas noches sin dormir (nos lo reconoce la propia directora artística), cuadrar muchas cuentas y cumplimentar muchos formularios, así que dejamos que Ana Belén Santiago vuelva a sus números después, eso sí, de que nos anime a acercarnos a Teatro del Barrio en esta Semana Santa en la que, para los que no se vayan de vacaciones o vengan a visitar Madrid desde otros lugares, son “un buen plan”, con el actor Luis Bermejo, por ejemplo, por partida doble en Hoy tengo algo que hacer (hasta el 18 de abril, Viernes Santo) y en el regreso a este escenario (los días 19 y 20, sábado y domingo de Pascua), de Los que hablan junto a Malena Alterio. Además, los viernes son más viernes en este vecino tan inquieto del barrio, donde sus noches son noches de baile.


En definitiva, les gusta “analizar el mundo, denunciar lo que no funciona, celebrar (siempre celebrar) lo que existe que sí funciona y —no por ello menos importante— PASARLO BIEN”,


Ambas charlas están disponibles en nuestro pódcast.


Feliz Día Mundial del Teatro.

Comments


bottom of page