"En un país sano Cecilia Roth sería una institución"
El dramaturgo argentino Mariano Tenconi Blanco firma y dirige La mujer fantasma, un encargo de T de Teatre que tras pasar por Cataluña y Buenos Aires llega ahora a Madrid

“El teatro es el imperio del presente, pero a la vez es un fantasma. La obra se va, siempre esta en pasado”. Así resume el dramaturgo Mariano Tenconi Blanco (Buenos Aires, 1982) la relación de la escena con la memoria, un tema muy presente en su último trabajo, La mujer fantasma, donde a través de cuatro maestras de finales de los años 70 y un toque de fantasía y realismo mágico, nos lleva a reflexionar, a través de situaciones “súper disparatadas y cómicas”, sobre cuestiones como el miedo, la soledad, la sumisión, los tabúes o el amor, y siempre con un paraguas teatral que conecta dos momentos distantes en el tiempo: Macbeth, la tragedia maldita de William Shakespeare.
Porque por encima de todo hay comedia en La mujer fantasma. Lo deja claro su autor en esta conversación con Cultura y tal. “Una obra que sea cómica puede tener una reflexión profunda, no siempre ha de plantearse desde una perspectiva de seriedad o moralidad”. Una entrevista a Mariano Tenconi en la que aboga por el uso de la estética y por buscar “otros modos para acercarse a revisitar un pasado” que ya ha sido abordado previamente desde lo realista y lo historicista. “Siento que lo estético es político. Me interesa pensar lo político que tiene lo estético, atender a cómo es ese regreso, cómo revistamos ese momento histórico, la relación con nuestro pasado”, defiende, poniendo de ejemplo la novela Nuestra parte de noche (Anagrama, 2019), con la que su compatriota Mariana Enríquez se llevó el Premio Herralde y que retrata a través del género de terror la situación de opresión e impunidad que se vivía bajo la dictadura militar de su país.
En La mujer fantasma, el dramaturgo presenta, a través de monólogos, cartas y diarios verbalizados, a cuatro maestras que pasan de los 50 años en la España de finales de los 70, un momento de cambio y de apertura en el que ellas se encuentran “a la deriva” y deben manejarse “en este nuevo mundo”. Mientras “un modelo de país parece que se ha terminado y otro empieza”, cada una de ellas se ve condicionada por unas circunstancias personales en las que el contexto social y político se deja también notar. Delia (interpretada por Marta Pérez) afronta el abandono de un marido, los celos y el temor a la soledad. Lena (Mamen Duch), la enfermedad de su madre y el miedo a la pérdida. Iris (Àgata Roca), los tabúes, todavía existentes y a veces internos, hacia el amor lésbico. Por último Nadia (Carme Pla), tratará de rehacer su vida a través del teatro después de ser apartada por sus problemas de salud mental.

“La represión la llevan dentro”, recalca su autor, quien asumió el encargo de la compañía catalana T de Teatre para alumbrar y dirigir el texto, que tras su estreno en Barcelona y su paso por la capital argentina, llega ahora a Madrid de la mano del Centro Dramático Nacional. La obra, una coproducción en la que también participan el Teatre Romea de la ciudad condal y el Complejo Teatral de Buenos Aires, podrá verse hasta el 16 de febrero en la Sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán.
Será a través de Nadia, esa maestra aficionada al teatro, como la obra, de una hora y 40 minutos de duración, conectará con su lado más fantástico. Mientras prepara una representación de Macbeth con sus alumnas, aparecerá en escena un fantasma para relatar la historia de otras cuatro mujeres, en este caso cuatro actrices coetáneas de la gran Margarita Xirgu (a la que se alude en la obra). Intérpretes salidas de la ficción pero cimentadas en la realidad del momento que, desafiando los postulados más clásicos y conservadores, pretendían poner en escena en los años 30 su propia versión de la tragedia de Shakespeare, vanguardista y con un reparto femenino, hasta que el estallido de la contienda se cruzó en su camino artístico.
DOS MACBETH IMPERTINENTES Y FEMENINOS
“En la obra se están montando dos Macbeth impertinentes, el de la maestra con sus alumnas, que son todo mujeres. El segundo de la compañía de teatro vanguardista en los 30, también impertinente por ser mujeres y porque dejan entrever que es una versión delirante”, desarrolla Tenconi, quien gusta de conjugar en sus obras una “constelación de libros” de la literatura universal. "A los países periféricos como Argentina nos pertenece todo, la tradición española, también la inglesa y francesa. Cada proyecto de escritura es un proyecto de lectura”, explica el dramaturgo, para quien el clásico del bardo de Avon representa “una suerte de esqueleto estético” en La mujer fantasma.
Una obra, subraya su autor, que se ambienta en España, pero que “con matices” podría ubicarse en otros países como Argentina, Uruguay o Brasil, pues vivieron “situaciones muy similares”. “Se puede entender perfectamente en cada país. Sólo habría que mover un poco los años. Los temas son universales, el amor, la muerte de los padres, la relación con los hijos, el animarse a amar en un contexto, el liberarse de represiones sociales, la salud mental, la relación entre arte y política, entre lo privado y lo público…”, explica.
Tenconi recibió el encargo de Daniel López-Orós, el productor de T de Teatre, alguien “muy aficionado al teatro de Buenos Aires” que conocía su trabajo y que le brindó “muchísima libertad a la hora de escribir el texto”. “Para mí era interesante saber que no había un tema impuesto”, a partir de lo cual “el mundo de las maestras” le resultó muy atractivo para abordar el encargo. “Pensar en las maestras nos permite relacionarlo con la infancia, es un terreno de la memoria muy fértil”, ha abundado.
A la hora de llevarlo a cabo, buscó una “literatura íntima”, apoyando los monólogos en cartas, confesiones y diarios, algo “al borde de lo literario” que permitiera “arrancar la teatralidad”. “El vínculo con lo privado es muy potente, le aporta hondura y profundidad”, señala al tiempo que incide en que es ese tratamiento el que “hace singular” su propuesta.

Como en todas las obras de T de Teatre, Tenconi se apoya en La mujer fantasma en las cuatro actrices fundadoras de la compañía: Duch, Pérez, Pla y Roca, cuyo “talento” desató el “entusiasmo” por el proyecto del dramaturgo, según ha reconocido. “Son cuatro actrices muy entrenadas, muy disponibles, con mucho compromiso emocional y una vis cómica muy marcada”, ha asegurado, enfatizando también la “generosidad” de estas intérpretes “hacia un escritor que viene de fuera, más joven y que debuta en España”, pues pese al éxito logrado la pasada temporada en las antiguas Naves del Español con Las cautivas, una propuesta de su compañía Teatro Futuro, La mujer fantasma es su primer encargo en el país ibérico. “Me abrieron las puertas, confiaron en mí, se entregaron a fondo. Ha sido una experiencia muy hermosa para mí. Son mis amigas ya”, sentencia.
A este elenco se suman los músicos Joan Palet y Rafel Plana, así como Elisabet Casanovas, quien pone la voz en off al prólogo y el epílogo del montaje, donde no falta la filosofía y la ironía acerca de la trascendencia del teatro y la educación. Tenconi ha contado con Alejandro Andújar al frente de la escenografía y el vestuario, un profesional “enormemente imaginativo” y que “leyó muy bien la obra” para encontrar “ese espacio que es concreto pero a la vez no se sitúa en ningún lugar” y que evoque unos años 70 “nada glamurosos”, algo más propio, señala, de una fotografía del británico Martin Parr. “Es un espacio que permite habitarlo y generar distintas imágenes. Mi modo de trabajar es tener claro hacia dónde es el camino y después confiar mucho en el equipo, que tenga libertad para expresarse artísticamente”, sostiene el argentino.
Un equipo en el que están otros dos integrantes de su compañía rioplatense —Ian Shifres en la composición y dirección musical y Carolina Castro en la dramaturgia— y que completan Jaume Ventura en la iluminación, Damien Bazin en el sonido, Eva Fernández en la caracterización que nos traslada a los peinados y los look de los años 70, y Vero Cendoya en las más que vistosas coreografías del montaje.
EL PASADO SIEMPRE ES PRESENTE
Más allá de las realidades que conectan la obra con el público de otros países, Mariano Tenconi se refiere también a la vigencia de los hechos que narran con el mundo actual, en el que es necesario “explicar cosas” que se pensaba “que no había que volver a explicar” ante “el regreso de las derechas más recalcitrantes a nivel mundial”. Derechas ya en el poder en países como Estados Unidos tras la victoria de Donald Trump, o la propia Argentina, con Javier Milei en la Casa Rosada, pero con “monstruos al acecho” en “el resto del mundo”, por lo que sentencia que “el pasado siempre es presente”.
“Nos vemos de vuelta obligados a expresar lo mismo”, lamenta Tenconi, quien sobre el debate que genera la memoria, pone el ejemplo de su país y el revisionismo de los crímenes de la dictadura que algunos sectores plantean. “En Argentina sucedió que en un momento estábamos todos de acuerdo en que asesinar, torturar, violar, robar bebés, tirar personas vivas al río estaba mal y no lo queríamos y que las personas que habían hecho eso tenían que quedarse en la cárcel hasta que se murieran. Ahora empezaron a decir que no tanto, que no fue tan así, y otra vez volvemos con la misma canción”, a la vez que recuerda crímenes como el que acabó con la vida de tres lesbianas en Buenos Aires el pasado mes de mayo para señalar que algo que “no tiene nada de revolucionario” como la presencia de un romance entre dos mujeres en una obra de teatro pase de pronto a ser “algo reivindicativo”.
ATAQUES CONTRA CECILIA ROTH
Por lo que se refiera al mundo de la cultura bajo el gobierno de Milei, Tenconi se muestra especialmente crítico con los ataques a la actriz Cecilia Roth por parte del propio mandatario, después de que ella denunciara en varias entrevistas la “censura” que se imponía en su país bajo el nuevo Ejecutivo.
“Eso demuestra que la cultura está en una situación grave en Argentina. Cecilia Roth es una actriz magnífica y una gran persona. Eso no puede pasar. Un actor o una actriz tiene derecho a decir lo que quiera y si el presidente no está de acuerdo, respetuosamente puede ofrecerle un diálogo, puede convocarla a su despacho, pero el presidente no puede empezar a atacar de manera trol a una actriz, sin ningún respeto por su carrera y por su trayectoria. En un país sano Cecilia Roth sería una institución, porque es una figura central para la cultura en habla hispana. Lejos de cuidar esa figura y fomentar que siga trabajando, están atacándola y mancillándola. Qué nos queda a los demás si a una figura como ella la tratan así, qué le queda a los demás artistas”, se pregunta.
Puedes escuchar la entrevista completa a Mariano Tenconi Blanco en nuestro pódcast.
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